EL TALLER DE AIRE


En uno de los vuelos que realicé entre Kandahar y Herat, a bordo de los Hércules, tomé unas fotografías de uno de los escoltas, mientras se tomaba un ligero descanso. Este es el motivo que me inspiró realizar este cuadro.



Hago varios bocetos introductorios con el tema, de una forma libre, para familiarizarme con él, ir "conociéndonos", y ver las diferentes posibilidades, en cuanto a la técnica a emplear.


lápiz sobre cartón, 17 x 13 cm




Finalmente, decido emplear un lienzo de tamaño 120 x 100, y trabajar con diferentes técnicas, el acrílico y el óleo. Busco un resultado realista, pero a su vez, liberándolo de un aspecto fotográfico o excesivamente colorido, sino buscando el aspecto íntimo, las armas, metálicas y humanas, en reposo: el reposo del guerrero.

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Sobre el lienzo en blanco, y aunque luego se recubrirá, esbozo los espacios con un lápiz de grafito, lo suficiente como para poder imaginarme el resultado que quiero. La visualización del cuadro como nos gustaría que quedara, es la guía que nos lleva.




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Comienzo a "tapar el blanco". Uso unos botes de acrílico de Gris de Payne y Blanco Titanio, mezclados en distintas proporciones. Siguiendo la idea original, pero profundizando en ella, me gustaría mostrar, una vez terminado el cuadro, el proceso seguido en el mismo cuadro. Es complejo, pero quizá dejando zonas en los distintos procesos, llegue a esa idea. Aunque puedo cambiar en cualquier momento de la elaboración. Es un cuadro "vivo", en continuo proceso. Él me indicará el camino...



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Es la hora del dibujo, la más importante. Recordemos que el planteamiento del cuadro es perseguir un realismo. No va a haber grandes capas de pintura, ni acumulaciones, sino que el camino se andará poco a poco, pero sobre bases seguras. Cada paso ha de ser seguro. El primero es éste. Con paciencia, no importa rectificar aquí. Paciencia y lápiz.

Se plantean dos estructuras: la primera es la figura humana. El soldado está descansando del duro viaje, hasta que llegue el aterrizaje y vuelva a la tensión propia de la situación. Es el centro de la composición. Para hacerlo cuadriculo el centro. Lo hago más pequeño que el boceto inicial, para dar más aire a su alrededor, y no dar sensación de agobio.

La segunda estructura es la perspectiva, esa vieja dama que es capaz de arruinarnos un cuadro bien ideado si no se le mima. Pero si se le presta atención, nos transporta al lugar como por magia. Establezco dos puntos de fuga (fuera de la superficie del lienzo) y trazo las líneas, con la regla y mi amigo el lápiz. Paciencia y lápiz.

En la fotografía apenas se aprecia, pero ya se ve el cuadro final. A partir de aquí, se acabará en cualquier momento. Todo lo que le hagamos, será progresar, pero con cuidado.




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Pues hala, a progresar
Introduzco los tonos rojos, con Rojo de Cadmio, y los tonos negros con el Gris de Payne. También trazo algunas rectas, para ir avanzando. Lentamente, pero armónicamente.

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Sigo trabajando. Lentamente, disfrutando.

Trazo más líneas, para fortalecer la perspectiva. Completo asientos, con ese color rojo que contrasta con el fondo. Me gusta. También introduzco ligeramente los colores de la cara y mano, y empiezo a trabajar la ropa. Me apoyo en el color de sombra tostada, con lo que ya son cuatro colores.



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Después de un largo tiempo sin avanzar, casi un año después, vuelvo a la carga. Sigo donde lo dejé, con el cuerpo del soldado, trabajando los ropajes, mimetizando.






mayo 2012. Vuelvo, otro año después, a trabajar en el cuadro. Avanzo en la figura.


1 comentario:

cactus en flor dijo...

Me alegra ver que no paras de trabajar en cualquier situación. Sigues siendo un virtuoso del dibujo, desmenuzando la realidad con el lápiz. Un abrazo